3 de junio de 2011

Islamismus fugit historiae lumen dum fulget Iberis

Bien que al poco tiempo se les cae el alma a los pies, y se evaporan las arrobadoras ilusiones, al contacto de la suciedad real, y nace, por reacción en el alma, el desprecio a todo lo que se relaciona con los mentecatos moros. [...] Ese tránsito de sentimientos opuestos, no es raro que lo sufran los propios arabistas.
---Julián Ribera, "Más sobre Marruecos", Revista de Aragón, III (1902), p. 88.
Entusiasta admirador, durante su juventud, de la cultura arábiga, modificó luego estas ideas, poniendo verdadero empeño en demostrar que la literatura y las artes de los árabes nada tienen de original [...].

Allá, en su fuero interno, juzgaba como cosa igual a los déspotas y sanguinarios sultanes mahometanos y a los corifeos del liberalismo a quienes llamaba los modernos sarracénicos, creyendo de buena fe que España no había dejado de estar bajo el yugo musulmán, y que los jefes de los actuales partidos liberales eran legítimos sucesores de los antiguos reyezuelos de Taifas. 
---Antonio Almagro Cárdenas, Biografía del doctor d. Francisco Javier Simonet, catedrático que fue de lengua árabe en la Universidad de Granada, Granada, 1904, p. 75-76.

Emblema de la RAH ("Nox fugit historiae lumen dum fulget iberis.")
En El País parecen haber descubierto que hay en España una institución académica rancia ("anclada", dicen, "en la Historia"), cuya labor se ve comprometida a veces por la ideología política, y donde existen cargos vitalicios y una presencia oficial, protocolaria cuando menos, de la Iglesia Católica. Por momentos se diría que están hablando de algunas universidades públicas, pero no, se trata de la Real Academia de la Historia (RAH).

La historia del arabismo español está, como suele decirse, íntimamente ligada a la de la RAH. A ella han pertenecido figuras como Pascual de Gayangos, Eduardo Saavedra, Francisco Codera, Julián Ribera, Miguel Asín Palacios, Emilio García Gómez (que la dirigió desde 1989 hasta su fallecimiento en 1995), Ángel González Palencia, Elías Terés, Fernando de la Granja, Jaime Oliver... y así hasta hoy, con la presencia de los catedráticos Juan Vernet, Joaquín Vallvé y Serafín Fanjul (elegido recientemente con el aval, según dice la nota de prensa, de Francisco Rodríguez Adrados —un cruzadista, según González Ferrín, que considera "compatible el malditismo de lo islámico y la defensa a ultranza de lo greco-latino"—, Luis Suárez Fernández —autor de la entrada sobre Franco que ha desatado la polémica— y Luis A. García Moreno —en cuya opinión "para el islam es legítimo el uso de la fuerza para hacer real la conversión", a diferencia de la Iglesia, que "no lo defiende doctrinalmente"—).

Con tales mimbres, no sería de extrañar que la introducción en España del uso de la fisiognomía para la detección inequívoca de islamistas, y en particular de la llamada marca de la postración o del rezo (علامة/أثر السجود/الصلاة), más conocida como pasa (زبيبة), se convierta en una de las grandes aportaciones de este catedrático de Literatura Árabe a la yihadología académica (Serafín Fanjul, "Balance en Libia", Libertad Digital, 31.03.2011):
Se ha señalado el hecho de que el jefe del Consejo rebelde —Mustafa Abd el-Jalil— fuera ministro de Justicia de Qaddafi, lo cual desde luego no es una buena carta de presentación, pero a nuestro juicio son mucho más graves dos rasgos de su semblante que aquí han pasado desapercibidos, pero que cobran un significado determinante en una sociedad (la suya, no la nuestra: no nos equivoquemos) en que gestos, símbolos y signos externos resultan decisivos y a veces únicos en la valoración de las personas. Me refiero a la barba y, en especial, a la "pasa" (zabiba) en su frente, prueba de los miles y miles de horas que el individuo ha pasado rezando. Quien quiera entender que entienda y, si no, que siga emocionándose con los tuiteros.
Quien no acabe de entender ni sea tampoco de quienes se emocionan con facilidad, puede ver esta entrevista que Fanjul había concedido con anterioridad, el pasado 17 de marzo, al canal Intereconomía, y especialmente a partir del minuto 1:15, donde sostiene que Abd el-Jalil (مصطفى عبد الجليل, aunque él lo llama عبد الخليل, como a بن لادن "Ibn Láden" —sic, con tilde—) es "un islamista clarísimo aunque aquí no se está diciendo", y del 1:33:
Este señor tiene en la frente la señal, lo que se llama en árabe زبيبة, la pasa, la señal, el callo de tanto como ha rezado en su vida, ¿no? Entonces... pues eso es un indicio muy claro de quién es esta persona, aparte de que se sabe que es un islamista declarado y sin embargo esto no se está diciendo.
O leer algo más sensato y que, más allá de agendas (أجندات), colores y gustos políticos, no ofenda a la inteligencia ni evidencie los riesgos de caer de cabeza en "raras servidumbres", con independencia de que se esté de acuerdo o no con las conclusiones, o se comparta la idea, siempre tentadora, de que la cara (con o sin barba, bigotito, cicatrices o gafas) es el espejo del alma.

El presidente del CNT libio tratando de despistar, en vano, a Fanjul
Pero si es usted de los que entienden a la primera (o incluso antes, en cuyo caso debería quizá darle primero la bienvenida a este blog), ya sabe, la ecuación es sencilla: una callosidad en la frente de un musulmán es señal de que reza mucho (o de que aspira a que los demás lo crean, pero ésa es otra cuestión) y, por tanto, un "indicio muy claro" de que se trata de un islamista. La pasa no engaña (no la borra, según una tradición*, ni el fuego del infierno), pero si alguien hace semblante de incredulidad, remate con el siempre eficaz "lo dice el Corán", y no olvide que islamistas los hay también que no rezan tanto, que no tienen callo o lo camuflan bajo el turbante, y hasta que almacenan porno en sus ordenadores (podría darle nombres y apellidos, pero... doctores tienen las academias). Eso y que, a buen entendedor, la distinción entre musulmán e islamista acaba resultando irrelevante: "La presencia de Gadafi", se dice casualmente en la página de la entrevista, "supone un freno del Islam para Occidente".

Una vez me confesó un colega, por la época en que Fanjul saltaba a la palestra del Spanish Islam-watching (como quien dice, a comienzos de siglo), que en su opinión la mayoría de los arabistas (españoles y extranjeros) son, en realidad, "misioneros cristianos enmascarados", cuya labor consiste, por resumir, en denigrar a los musulmanes para evitar deserciones a sus filas. La idea, expresada tal cual, sonaba burda aunque encajara con actitudes puntuales, pero sobre todo remitía a los precedentes: misioneros declarados estudiando árabe entre los siglos XIII y XIV. Con el andar del tiempo, descubrí los trabajos de Robin Vose, para el que la verdadera misión de aquel puñado de dominicos de la Corona de Aragón no era tanto ganar almas como no perderlas (como venía a decirme aquel colega tan suspicaz) o, más significativamente, convertir a los fieles expuestos al trato con musulmanes y judíos, que eran muchos. Es decir, que in pártibus infidélium lo estaban aquellos frailes predicadores, pero en el sentido de ostentar unas funciones que, en la práctica, no desempeñaban. Como hoy, una cosa era el discurso y otra los recursos...

Con todo, fuerza es reconocer que el arabismo dejó de ser "cosa de curas" y católicos a machamartillo hace ya tiempo, sin que, no obstante, los "confusionismos" y "extravasaciones" que en opinión de García Gómez sucedieron a aquella etapa dieran al traste con sus cánones ni hicieran más verdad la vieja idea preconcebida, que tanto parecía contrariarle, de que 'arabista' equivale a filo-árabe o, más aún, a musulmán: "Si nosotros nos sentamos a la mesa", relataba en Silla del Moro y Nuevas escenas andaluzas (1948, p. 151), "pocas veces dejaremos de oír la broma de que no respetamos la prohibición alcoránica del vino". De ahí que en el arabismo actual haya, como en botica, un poco de todo.

Fuera de España hay quien ha aupado ya al profesor (y a lo que se ve, sin contar con los de casa) a la categoría de comisario europeo de la islamofobia académica:
Among European intellectuals and politicians we can find other who espouse the view that Europe is under threat by hordes of fanatic Muslims who are hateful of European Culture [...]. In the academy these views are harder to come by. Perhaps the Spanish professor of Arabic studies Serafín Fanjul is one of the few: [cf. su "Islamofobia", ABC, 24.02.2006]. For a more comprehensively worked out theory of how and why the Muslim world supposedly detests Western civilisation, we need to turn to the British scholar Bernard Lewis.
---Robbert A.F.L. Woltering, "Arabic Windows on Europe", en Michael Wintle (ed.), Imagining Europe, Bruselas, 2008, 177-196 (178-9).

Pero si hay algo en que coincido con Woltering, es en que yo tampoco veo en Fanjul la sofistería de Lewis, ya de por sí transparente, ni mucha elaboración teórica. Bien es verdad que lo sigo poco, la verdad; cada vez menos, en la medida en que el arabismo español y él van alejándose por caminos distintos; hasta el nacionalarabismo de antaño, diría yo (y casi lo hace él mismo), iba por otros derroteros.

1 comentarios :

Anís del moro dijo...

Véase, por indicación de un colega:

Salvador Peña Martín, "Cinco siglos de sospecha", El Trujamán, 04.02.2011.

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