28 de septiembre de 2014

Acto de ausencia

Los próximos días 16 y 17 de octubre tendrá lugar en la Universidad de Murcia el I Seminario internacional sobre los retos de la enseñanza del árabe integrado, en referencia al conocido integrated approach del profesor Munther Younes (منذر يونس), quien disertará sobre la teoría y la aplicación de su enfoque integral en la primera y quinta sesión del seminario, pero será obligadamente, supongo, el protagonista de todas.

Se da la coincidencia, además, de que Younes hablará de su tratamiento de la diglosia, según está previsto, en la misma sala donde lo hice yo hace casi diez años, durante mi intervención en la Primera mesa redonda sobre didáctica de la lengua árabe, celebrada también en la U. de Murcia. Corría el mes de diciembre de 2004 y pocas semanas antes había participado en un simposio organizado en su universidad, Cornell, con una conferencia sobre el estudio de árabe en la Edad Media, pero no tuve entonces ocasión de conocerlo. Tres años después e incorporado yo mismo a la docencia del árabe en la primera, le escribí tanteando la posibilidad de implantar su enfoque en ella, para lo cual podía serme de gran ayuda su experiencia. Mi consulta, decía, le había dado la idea de grabar en vídeo algunas clases de distintos niveles, tanto para demostrar la aplicación de su metodología como para formar a los profesores que se iban incorporando a su programa. Más tarde, en septiembre de 2009, el grupo de investigación del que he formado parte desde 2003 y hasta abril de este año, a través de sucesivos proyectos de I+D, organizó un congreso en Madrid que contó con su presencia, pero no con la mía. Éste de 2009 fue el primer o segundo acto de ausencia de una lista no muy larga, pero sí lo bastante gruesa como para suscitar la curiosidad de quienes saben que me intereso, y con fruición, por estos temas. A aquel "primer congreso celebrado en España en el siglo XXI sobre la enseñanza del árabe como lengua extranjera", según reza la cubierta de sus actas (primero también y único, si se me permite la ironía, de la década, pero segundo si se cuenta el de 1959 en el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos), le siguió ARABELE 2012, celebrado también en la sede de Casa Árabe en Madrid, y le seguirá ahora este seminario de octubre, al que tampoco voy a asistir, aunque me encuentre, literalmente, en la otra esquina del campus.

En previsión de que mi ausencia vuelva ahora a extrañar, aunque llego ya algo tarde, adelantaré que una definitiva objeción de conciencia, motivo principal también de mi salida del grupo de investigación, ha venido a sumarse al malestar y desánimo de entonces, cuyas causas, aunque intrincadas, bien podrían ser materia de comentario en este blog, ya que ilustran muy bien hasta qué punto es vano e inconsecuente, pero no desinteresado, cierto discurso contemporizador sobre la renovación de la enseñanza del árabe en España. (Como además tengo entendido que hay incluso quien ha renunciado a asistir con tal de no toparse conmigo, confío en no dejar mi sitio vacío.)

Lo que sí dejo aquí, en compensación, son algunas preguntas que me habría gustado formular a Younes, por si algún asistente las considera oportunas (o inoportunas pero sugerentes): para empezar, la resistencia a enseñar u oficializar el árabe dialectal suele asociarse, y con razón, a la consagración de la lengua coránica como norma lingüística única, mientras que en el empeño contrario se ha querido ver el de facilitar la evangelización de los musulmanes, la penetración (neo-)colonial, etc. Las investigaciones de Younes en el ámbito de la crítica textual del Corán y en la línea de Lüling, Luxemberg y David S. Powers, y su aparición, más aún, en un canal como Al Hayat TV, claramente concebido con el primero de aquellos objetivos, podrían invocarse a favor de esta dicotomía y en perjuicio de su enfoque, por más que pertenezcan a ámbitos distintos de su actividad académica. ¿Es consciente el profesor de este riesgo? ¿está cualquier opción en el tratamiento de la diglosia abocada a ser malinterpretada desde una u otra parte? En este sentido, ¿son los prejuicios de los hablantes y profesores nativos el único obstáculo, como parecía dar a entender en Arabele 2009? ¿conoce el caso de Aram Hamparzoumian, exprofesor de árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga y primer y único importador, que yo sepa, de su enfoque integral en España?

Desoladora, dicho sea de paso, fue mi impresión cuando el año pasado, por estas mismas fechas, participé en un webinario organizado por Routledge con motivo de la publicación de Arabiyyat al-Naas (عربية الناس), y pude comprobar que entre los veintitantos asistentes, en apariencia todos árabes, ninguno de los que intervenían parecía conocer el enfoque de su autor, lo que le obligó a dedicar la mayor parte de la sesión a exponer sus principios básicos, para acabar arrastrado a una discusión sobre la propia conveniencia de enseñar un dialecto (!). Pero cuando Younes escuche de la organización del seminario que entre las dificultades más importantes a las que se enfrenta su enfoque en España está la de "una urgente formación del profesorado", y no "de un profesorado" (nuevo, se entiende), ¿imaginará que se cuenta con reciclar, poco menos que por ciencia infusa, al presente, que en gran número está tan ayuno de didáctica como de árabe? ¿se le explicará, me pregunto, quién lo va a hacer y cómo, o descubrirá por sí solo que tan necesitados o comprometidos están los formadores como los formandos? Ya en aquel webinario de hace un año y respondiendo a una pregunta mía al respecto, Younes observó que su enfoque requiere innegablemente de los profesores no nativos "a lot of strength and confidence", por lo que muchos pueden mostrarse reacios a aplicarlo, aunque su experiencia en Cornell era satisfactoria (refiriéndose, supongo, a Jeremy Palmer, profesor allí en 2009-2010).

La falta de solidez y seguridad suficientes es sin duda el motivo de que, inspirados por el integrated approach de Younes, surjan sucedáneos a medio camino, pero también a contramano, como el que preconiza Victoria Aguilar ("Enseñanza conjunta del árabe normativo y el marroquí", en P. Santillán, L.M. Pérez Cañada y F. Moscoso, Árabe marroquí: de la oralidad a la enseñanza, Cuenca, 2013, p. 305-324) y que bajo el epígrafe "Árabe moderno y marroquí en el aula en un enfoque integrado" (sic, p. 314) apuesta en realidad, paradójicamente, por desintegrar la enseñanza en "dos programas diferenciados", dos horarios distintos y "dos profesores diferentes", todo ello partiendo "de la propuesta de que las dos lenguas funcionan como dos sistemas diferentes" (p. 317). La integración que persigue la propuesta de Aguilar, a poco que se considere, no es la de ambas variedades de árabe en un mismo programa y con un mismo profesor, como defiende Younes (y defendía ya Bresnier, de algún modo, en 1838), sino más bien la de dos tipos de profesorado, lo que sin ser, quiero pensar, su intención, contribuiría a prolongar la supervivencia del que en la actualidad no quiere, no se atreve o no puede enseñar ningún árabe dialectal, mayoritario, a costa de otro, previsiblemente igual de capacitado, si no más que aquel, para enseñar también la lengua normativa, y tan dispuesto como Younes a hacerlo sin desdobles innecesarios, pero lamentablemente minoritario. "Although a number of teachers use the integrated approach in their instruction", me decía en un mensaje suyo, "only a couple both really understand it and are genuinely interested in it" (comunicación personal, 07.08.2007). Es abundar, de algún modo, en la inconsistencia del tándem profesor-lector a la que ya he aludido en alguna ocasión.

Y por último, que el árabe marroquí no haya normalizado "todavía [...] su escritura", como sostiene la publicidad del seminario (convencida, es de suponer, de que lo hará tarde o temprano, en un ejercicio de lo que he denominado lingüística lampiña), ¿es realmente un impedimento para la enseñanza integral, cuando sabemos que tampoco el árabe levantino en el que se apoya Younes lo ha hecho, y que es el clásico el que domina el espacio de la lectoescritura, no ya en el mundo real sino en sus propios materiales didácticos? Mas aún, si uno u otro adquirieran el rango de lenguas escritas, oficiales, normativas, etc., ¿seguiría teniendo sentido esa integración? ¿no sería éste el fin de la propia diglosia?

2 comentarios :

Aram dijo...

Querido Antonio:
Apoyo tu "acto de ausencia" al I Seminario internacional sobre los retos de la enseñanza del árabe integrado, al que ahora se apuntan “los Picapiedra”. Mi mutis fue algo más radical… pero, en cualquier caso, me gusta tu post.
Yo, a diferencia de Munther Yunes, lo que venía haciendo era:
-Adecuar el registro, no a la destreza que se esté utilizando, sino a la situación comunicativa.
- E intentar graduar los materiales didácticos, no en base a la dificultad lingüística, sino a las necesidades comunicativas de los alumnos.
En cualquier caso, me parece que no hay que darle tantas vueltas… mi objeción principal es la casi total falta de honestidad en el ámbito de la EALE en todos los aspectos y por eso es por lo que me parece que no merece la pena dedicarle mayor atención ni esfuerzo.
Un abrazo.
Aram

Anís del moro dijo...

Celebro encontrarte de nuevo por aquí, Aram, y gracias por tu apoyo. Honestidad, en general, hay muy poca en todas partes, y la intelectual no es una excepción. Quizá por eso a mí, de todas las deshonestidades posibles, sólo me preocupan ya las que, además de serlo, nos hacen ir hacia atrás: las regresivas. Sucede en contadas ocasiones, es verdad, porque suele ser el mediocre el que le roba las ideas al brillante y no al revés, pero hay quien le roba una idea a otro y consigue, sin embargo, llevarla mejor a la práctica o darle un mejor uso (un buen ejemplo, creo, podría ser el de la interfaz gráfica de usuario de la compañía Xerox, que fue incapaz de sacarle el partido que le han sacado otros después a su escritorio metafórico poblado de ventanas, menús, botones y un puntero de ratón). De modo parecido, hay componendas que, sin dejar de serlo, persiguen un objetivo justo y loable; salvo que tampoco es lo habitual.

Yo no soy, en definitiva, ningún paladín de la moral ni de la observancia normativa, pero sí alcanzo a ver que hay apaños que benefician a muy pocos y perjudican a muchos.

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